Camino Sanabrés: Galicia

La lluvia eterna.

[lwptoc]

A pesar de haberme puesto en marcha en mitad de la noche y hacer prácticamente toda la etapa a oscuras, perdiéndome así el precioso paisaje gallego, llegué a mi destino completamente empapada pues la lluvia me alcanzó una hora antes de llegar a La Gudiña, el pequeño pueblo donde pasaría la siguiente noche.

Madrugada en ruta

En la puerta del albergue había un letrero que informaba de que no se habrían sus puertas hasta la una de la tarde por lo que me quedaban algo más de dos horas de espera antes de poder tomar una ducha caliente. No sabía muy bien dónde ir porque, a pesar de ir muy bien abrigada con la ropa técnica de la bici, si me quedaba dos horas parada en la calle bajo la lluvia, corría el riesgo de coger frío. Pero siempre hay una buena persona dispuesta a ayudar cuando estás en apuros; en este caso, mi ángel de la guardia fue la hospitalera del albergue de peregrinos Casa da Viúva, que me aconsejó un lugar cercano en el que podría esperar junto a una estufa de leña tomándome un buen caldo gallego que me calentara el cuerpo, justo lo que necesitaba en esa fría mañana.

El albergue de peregrinos Casa de Viúva pertenece a la red de albergues de la Xunta de Galicia y puedo decir que es el mejor albergue en el que he estado, con diferencia. Está recientemente reformado, es limpio y amplio, y tiene ¡calefacción de suelo radiante!, además de lo amable que fue la hospitalera, como ya he comentado antes. Tiene una habitación donde dejar la bici de una forma cómoda y segura en la planta baja. Allí coincidí con 2 catalanes y un gales que estaban tan entusiasmados con el lugar como lo estaba yo y es que cuando se hace un viaje en bicicleta o a pie, estos detalles nos parecen un lujo. He de decir que fue una de las noches que mejor dormí en todo el recorrido y, a la mañana siguiente, me levanté como nueva.

Caldo gallego

Como iba siendo costumbre, comencé a rodar antes del amanecer. Me quedaban apenas 200 km para llegar a Santiago, pero no tenía muy claro dónde dormiría esa noche ya que se avecinaba una tremenda tormenta eléctrica con mucha lluvia de la que no podía esconderme. Decidí ir haciendo camino y ver sobre la marcha hasta dónde el tiempo me iba a permitir alargar y así fui recorriendo el precioso sur de Galicia, con sus nieblas, sus bosques y sus pequeñas aldeas de cuento.

El Camino gallego
Paisajes gallegos
Niebla
Campobecerros
Entrada a Campobecerros
Aldeas gallegas
Pistas gallegas
Bosques gallegos
Antiguo lavadero

Conseguí llegar a Ourense donde, por unos momentos, me recibió un cielo despejado. Sin duda no iba a durar mucho, pero lo aproveché todo lo que pude. Llamé a Pepe, un antiguo compañero de colegio al que no veía desde hace décadas, que muy amablemente me paseó por el casco antiguo y los alrededores de la ciudad, acercándome también hasta las curiosas termas de Outariz.

Ourense
Termas Outariz
Río Miño

La noche en el albergue fue una verdadera pesadilla. El edificio en sí es muy incómodo, sin cocina y con los baños 2 plantas más arriba que el dormitorio. Además, el olor de mi vecino de cama era tan terrible que, a los dos minutos de haberme acostado, me levanté y me fui a buscar una sala vacía donde poner mi colchoneta y mi saco. Afortunadamente encontré una en el piso más alto de la casa. A mitad de la noche comenzó a caer la lluvia que me impediría hacer la última etapa del Camino en la bici por lo que muy temprano, recogí todo y me acerqué a la estación de tren con la intención de tomar el primero que me llevase hasta Santiago.

Cuál fue mi sorpresa cuando en la oficina de Renfe me informan de que no podía llevar la bici en el tren. Luego hablamos mucho de movilidad, contaminación, atascos, etc., pero las facilidades para luchar contra estos problemas se reducen a cero. Me vi obligada a contratar un taxi que me llevó hasta Santiago, pero ¡menos mal que lo hice!; durante el trayecto parecía que el cielo se estaba cayendo sobre nuestras cabezas, aquel día me libré de una buena.

Llegué a la Praza do Obradoiro todavía de noche, encontrando una preciosa imagen de la catedral iluminada con los reflejos del suelo mojado a sus pies, la perfecta postal que me quedará por siempre en el recuerdo de este bonito viaje a través de tanto lugares donde siglo a siglo se ha forjado la historia de España.

Praza do Obradoiro
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