Etapa 4: Podgora – Split

Esa mañana me di cuenta de que los mirlos que me despertaban cada madrugada estaban tan presentes en este país que su imagen aparecía en una de las monedas croatas. Muy lejos de molestarme, sus tempranos canto me servían de despertador natural.

Me puse en marcha y paré en el primer centro comercial que vi, donde compré 5 pilas en previsión de lo que pudiera ocurrir a lo largo del día. Con la tranquilidad de saber que contaba con suficientes repuestos, me adentré en un pinar que bordeaba el mar y por donde discurría gran parte de la ruta de hoy. Hubo veces que me tocó empujar bici pues el terreno se volvía imposible de ciclar, pero las vistas compensaban el esfuerzo. De cala en cala, fui avanzando camino sufriendo de nuevo el intenso calor que asolaba Croacia durante esos días.

La jornada iba transcurriendo con tranquilidad mientras atravesaba pequeños pueblos costeros, cuando llegué al camping de Split (www. campingsplit.com), donde tenía pensado pasar la noche. Recordé con cariño que, en este mismo sitio, estuve en julio de 2010 pasando la noche que España se jugaba el Mundial de futbol contra los Países Bajos. El camping estaba repleto de holandeses y nosotros éramos 3 españoles, pero sentimos el apoyo de los croatas que se unieron a nuestra causa y con ellos celebramos divertidos la victoria.

Una vez instalada me fui a ver la ciudad. Split es otro lugar empapada de historia, además de ser un sitio donde se puede dar un agradable paseo por sus plazas, barrios y por el puerto marítimo. Hay muchas cosas que visitar como la estatua de Gregorio de Nin, el templo de Júpiter o la catedral, además de las 4 puertas que se abren en los muros dando acceso al palacio Diocleciano, la joya de la corona de Split.

Ya de vuelta en el camping, me preparé la cena y revisé la ruta del día siguiente que tenía pensado alargar algo más de lo normal, hasta llegar a Zaboric.