Etapa 7: Bibinje – Gracac

Zadar se sitúa a apenas 8 km de Bibinje. Es una ciudad que merece la pena visitar con sus calles de mármol desgastado y sus ruinas romanas y venecianas en su Ciudad Antigua. Murallas, iglesias y la catedral de Santa Anastasia que, una vez más, reflejan el esplendor que tuvo la zona en tiempos remotos.

Seguí la línea de la costa por la Eurovelo del Mediterráneo que, en algunos tramos, iba recorrido por un amplio y cómodo carril bici.

A 17 km de Zadar se encuentra Nin, una de las capitales de los reyes de Croacia durante la Edad Media, que se levanta en una laguna sobre un pequeño islote unido al continente por 2 puentes. Aquí se encuentran muchos restos arqueológicos y monumentos como la estatua del rey Branimir.

Por fin tengo las deseadas montañas a la vista.

En Maslenica atravieso el puente para salvar el estrecho que me separa de mi objetivo. Con sus 56 m de altura es el salto más alto de Croacia lo que permite realizar actividades como el puenting. Se construyó en 2005 para reemplazar al antiguo puente destruido en 1991 durante la Guerra de Independencia de Croacia.

Las vistas del estrecho Novsko Zdrilo sobre el puente son espectaculares.

Cuando ya tenía recorridos poco más de 80 km llegué a Obrovac, el pueblo donde tenía pensado pasar la noche. Me sentía bien y todavía era temprano por lo que decidí seguir un poco más sin saber que lo que tenía por delante era un desolado puerto de 14 km de largo con desniveles de hasta el 9 % en alguno de sus tramos. El calor me estaba matando y la única sombra que encontré en toda la subida fue un túnel donde paré a descansar.

Finalmente llegué a Gracac, un pequeño pueblo donde pasé la noche acampada junto a dos chicos alemanes que viajaban en bici con su perro, al que arrastraban en un remolque. Me contaron que iban camino de Hungría y que habían tomado la decisión de pedalear solamente durante las primeras horas de la mañana y las últimas de la tarde, para sobrellevar mejor las altas temperaturas. Seguro que el perrito lo agradecería.